domingo, 4 de marzo de 2018

ISRAEL , JERUSALEN II . Autor : Enrique Garralaga Robres.



SEGUNDA PARTE

La ciudad de Jerusalén, situada a unos 750 m de altura, no es en absoluto una ciudad llana. Por el contrario, el territorio donde se asienta es muy montañoso, lleno de cuestas con mucha pendiente, de promontorios elevados y de barrancos. Se divide claramente en dos zonas: la zona Oeste, donde se encuentra la ciudad moderna, muy dinámica y floreciente, en la que están el Parlamento Israelí y varios otros edificios gubernamentales, que tiene calles y avenidas con el mismo aspecto que en cualquier otra gran ciudad. Está en continuo crecimiento. Y por otra parte, en la zona Este encontramos la bellísima “Ciudad Vieja”, totalmente rodeada por unas murallas construidas por los turcos. Vemos una de sus puertas de acceso en la Foto 1.



Foto 1: La “Puerta de Damasco”, uno de los accesos a la Ciudad Vieja de Jerusalén.


La Ciudad Vieja de Jerusalén está dividida en cuatro barrios: armenio, cristiano, musulmán y judío. No siempre se llevan bien los habitantes de uno y otro barrio; especialmente los del judío y los del musulmán. Las calles de su interior tienen un aspecto que concuerda perfectamente con el de las murallas exteriores, porque parece que pertenecen a otra época. Vemos algunas de ellas en las Fotos 2 y 3.


Foto 2: Calle de la Ciudad Vieja de Jerusalén



Foto 3: Otra calle de la Ciudad Vieja de Jerusalén


Estas calles y esta muralla (que fue construida en el siglo XVI) a pesar de tener, como vemos, el aspecto de pertenecer a otra época ya pasada, en realidad son bastante nuevas, si las comparamos con las calles que había en tiempos de Jesús (hace unos 2000 años). La muralla romana de aquella época fue demolida hace muchos siglos, y las calles y casas de entonces yacen sepultadas bajo muchos metros de escombros procedentes de construcciones posteriores
 A continuación, seguiré comentándoles cómo son hoy en día algunos de los llamados “Santos Lugares” situados en Jerusalén.


Foto 4: A la izquierda, el edificio que contiene el Cenáculo.


EL CENÁCULO.- Así se llama la sala en la que, supuestamente, se celebró la Última Cena de Jesús con los Apóstoles, y en la que se instituyó el Sacramento de la Eucaristía. Según la tradición, está situada en un edificio de dos plantas, próximo a la actual muralla turca, pero fuera de ella. Sin embargo, estaba incluido dentro de la antigua muralla romana, hoy totalmente desaparecida. Vemos su portada en la Foto 4. Es un edificio muy visitado, tanto por turistas como por peregrinos, ya que en su primera planta está la Tumba (vacía) del Rey David, lugar santo para musulmanes, cristianos y judíos. Especialmente para estos últimos, que forman guardia y rezan ante ella día y noche. En la segunda planta está el Cenáculo propiamente dicho, lugar santo solamente para los cristianos, que vemos en la Foto 5.



Foto 5: El Cenáculo.


Nos comentan los Profesores que nos acompañan que, de todos los Santos Lugares, es éste uno de los que más reparos le ponen los arqueólogos. Según ellos, este edificio parece haber sido construido en el siglo XII, o a lo sumo en el siglo X, es decir, unos 1000 años después de la Última Cena. Como mucho, admiten que este edificio podría estar situado sobre el solar del auténtico Cenáculo, cuyos restos podrían encontrarse varios metros por debajo del actual, ya que el nivel del suelo que pisamos ahora se ha elevado mucho desde los tiempos de Jesús, como se ha dicho, debido a la enorme acumulación de escombros a lo largo de tantos siglos. Tampoco creen que el Sepulcro de David sea auténtico.
EL MONTE DE LOS OLIVOS Y EL HUERTO DE GETSEMANÍ.- La muralla de Jerusalén limita por su lado Este con un profundo barranco, por cuyo fondo corre el arroyo Cedrón. Al ser tan hondo, este barranco tiene un perfil característico, que recuerda la forma de la letra V, con el torrente en su punto más bajo, y sus dos empinadísimas laderas a los lados. Toda la del lado Este, que tiene enfrente a la muralla y al Templo de Jerusalén, es el famoso Monte de los Olivos, al que Jesús acudía frecuentemente con sus discípulos y los Apóstoles, según cuentan los Evangelios. El Huerto de Getsemaní, mucho más pequeño, está hacia el centro de la otra ladera, la misma en la que está la muralla.


Foto 6: En primer término, a la derecha, la parte superior del Monte de los Olivos, en la que vemos algunos sepulcros judíos. A la izquierda y a lo lejos, en la ladera opuesta del arroyo Cedrón (no visible en esta Foto, ya que su cauce se encuentra muy abajo) vemos la muralla de la Ciudad Vieja de Jerusalén. A sus pies hay un cementerio musulmán, y en esta misma ladera, más abajo, y ya fuera de la Foto, tenemos el pequeño Huerto de Getsemaní.


Según nuestros Profesores acompañantes, a esta empinadísima cuesta se le dio correctamente el nombre de Monte de los Olivos, porque en la época de Jesús, los había en gran cantidad. Pero andando el tiempo ocurrió, que al estar esta ladera enfrente del desaparecido Templo de Jerusalén, comenzaron a desear los judíos pudientes que los enterraran allí, “frente a la explanada de su añorado Templo”. Eso no fue posible mientras dominaron Jerusalén los romanos, pero muchos años después, y sobre todo a partir del siglo XX, los judíos ricos de todo el mundo están dispuestos a pagar grandes cantidades de dinero por ser enterrados allí. Hoy hay unas 150.000 tumbas, por lo que naturalmente, ha sido necesario cortar casi todos los olivos, y creo que ahora sería más apropiado el nombre de “Monte de las Tumbas” que el de “Monte de los Olivos”. Vemos este enorme cementerio judío en la Foto 6 y sobre todo, en la Foto 7.


Foto 7: El Monte de los Olivos, visto desde la Explanada de las Mezquitas


En el pequeño Huerto de Getsemaní se encontraba rezando Jesús después de la Última Cena, mientras los Apóstoles dormían. Entonces se le acercó Judas, el Apóstol traidor, acompañado de los fariseos y de unos soldados romanos, que se lo llevaron preso. Este hecho se conmemora en la pequeña Iglesia Católica llamada “La Basílica de las Naciones”,  porque también se permiten celebrar en ella actos de culto de otras confesiones. En su interior está la roca sobre la que oraba Jesús cuando le prendieron.


Foto 8: El Huerto de Getsemaní y la Basílica de las Naciones.


LA VÍA DOLOROSA.- Es el nombre que se le da al trayecto que siguió Jesús por las calles de Jerusalén, después de ser condenado. Comienza en la pequeña Iglesia de la Flagelación, continúa por el lugar en el que el Prefecto romano, Poncio Pilatos, mostró a Cristo a la multitud, aunque lavándose las manos, y desde aquí, llevando ya Jesús la cruz a cuestas, prosigue hasta el Monte Calvario, que hoy está situado en el interior de la Basílica del Santo Sepulcro.



Foto 9
La Vía Dolorosa transcurre por un pequeño laberinto de callejones muy antiguos, de aspecto muy evocador, como los que vemos en las Fotos 10 y 11. No es extraño ver allí peregrinos, por ser éste un Lugar Santo para los católicos y también para los fieles de otras confesiones cristianas. Puesto que en ella se celebran con cierta frecuencia procesiones, rezos del “Vía Crucis” y otros actos religiosos, especialmente en la Semana Santa, esta Vía se encuentra perfectamente señalizada, en caracteres hebreos, árabes y en nuestro alfabeto latino. Vemos una de estas indicaciones en la Foto 9.


Foto 10: Un tramo de la Vía Dolorosa



Foto 11: Otro tramo de la Vía Dolorosa


A imitación de la Vía Dolorosa de Jerusalén, los Calvarios de nuestras poblaciones, como por ejemplo el de Híjar, tienen unos pilones con imágenes en cerámica, o a veces un pequeño oratorio, conmemorativos de las “estaciones” del Vía Crucis, es decir, de los momentos y lugares en los que sucedió algún episodio destacado; como por ejemplo, las tres caídas de Jesús, el encuentro con la Verónica, etc. En Jerusalén, los nombres de las estaciones son, naturalmente, los mismos que aquí, pero las nueve primeras son todas ellas pequeñas Iglesias, o Capillas, o incluso algún Monasterio. Algunas son ortodoxas, otras católicas, otras armenias, etc. Las cinco últimas estaciones están ya dentro de la Basílica del Santo Sepulcro, que les describiré en la tercera parte.


Foto 12: “Arco del Ecce Homo”, en la segunda estación del Vía Crucis, conmemorativa del lugar en el que Pilatos mostró a Jesús azotado y con la corona de espinas, y a continuación se le cargó con la cruz.


Un ejemplo lo tenemos en la Foto 12. La pared de la derecha pertenece a la Iglesia de un Convento Franciscano, que es donde se reza la segunda estación. Nuestros amigos los Profesores nos cuentan que bajo el suelo de una profunda cripta que hay en este Convento, han aparecido unos restos arqueológicos que se cree que pudieron pertenecer a un  cuartel romano, con sus mazmorras, en el que azotaron a Cristo y después le cargaron con la cruz. El arco romano es muy antiguo, mucho más que el convento, y se ve claramente que los constructores de esta iglesia invadieron una parte de la calle que hay bajo él; antes era más ancha por el lado derecho. Jerusalén ha sufrido muchas transformaciones a lo largo de su historia.

Por no alargar excesivamente este artículo, no les describiré las demás estaciones. Pero no podemos terminar sin olvidar que, a pesar del fervor que se observa en muchos peregrinos que recorren la Vía Dolorosa, no se puede creer “al pie de la letra” que estemos pisando el mismo camino que siguió Jesús hacia el Calvario; esto sería una pura ilusión. Una vez más, recordemos que la auténtica Vía Dolorosa puede estar enterrada varios metros bajo tierra, así como los edificios que la bordeaban, hoy totalmente destruidos y sepultados. Ni siquiera existe la seguridad de que este itinerario coincida exactamente con el auténtico, a lo largo de todo su recorrido.

Según me dicen, parece ser que allá por el siglo XVI, fueron los franciscanos los encargados de señalizar la Vía Dolorosa actual de Jerusalén, y de propagar su veneración entre los cristianos. Es inevitable que esto me recuerde que en los primeros años de ese mismo siglo XVI, los franciscanos también organizaron y dieron su forma actual a la Semana Santa de Híjar. Y que aún sigue siendo la Venerable Orden Tercera de San Francisco la encargada de mantener y conservar esta tradición. Aprovecho esta ocasión para saludarles y manifestarles mi agradecimiento por su desinteresada dedicación y por su eficacia.


Nota :  El próximo domingo les ofreceremos la III y última parte.

Autor :  Enrique Garralaga Robres.

4 comentarios:

  1. Muy detallado y con las fotografías te sumerge en el viaje a Jerusalen. Gracia.

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  2. Gracias por la segunda entrega, Enrique. Quedamos a espera de la tercera.

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  3. Enrique, lectura amena e interesante, fácil de leer y muy creíble.
    Gracias.

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