viernes, 20 de mayo de 2016

EN RECUERDO DE... JOSE LUZAN Y MARTINEZ. Pintor barroco y profesor.


José Luzán y Martínez, pintor del barroco y profesor. Nació en Zaragoza en 1710 y murió en Zaragoza en 1785 a los 75 años de edad.
La fama de José Luzán se debe fundamentalmente a su papel como primer maestro de Francisco de Goya.

En la década de 1760 abordó obras de gran formato y atrevida composición, que hicieron patente su talla como uno de los pintores de temas religiosos más brillantes del siglo XVIII.

Su padre Juan Luzán era también pintor y dorador de retablos y su madre Teresa Zabalo, era hija de Juan Zabalo que también pintor y proyectista de retablos.

Gracias a las enseñanzas de sus padres José Luzán se inició siendo niño, con muy buenas dotes, en el dibujo.

A los dieciséis años entró al servicio de los Pignatelli, condes de Fuentes, quienes viendo sus buenas dotes para la pintura decidieron enviarlo en 1730 a Nápoles para que completara su formación artística con el pintor Mastroleo, condiscípulo de Solimena. Allí permaneció unos cinco años, copiando cuadros de los grandes maestros y adquiriendo un estilo y un cromatismo fresco, en la línea de Francesco Solimena.

Luzán participó en la creación y dirección de la Academia de Pintura y Escultura de Zaragoza, aunque sólo estuvo pocos años abierta ya que la institución atravesó fuertes dificultades económicas y hubo de cerrar.

La Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País volvería a abrirla en 1784, pero José Luzán ya no alcanzaría a enseñar en ella, porque falleció un año después. La Academia se transformaría en 1792 en Real Academia de Bellas Artes de San Luis.
Luzán gozó de tanto prestigio como maestro que como autor; entre sus discípulos estuvieron Francisco Bayeu, José Beratón, Antonio Martínez y Tomás Vallespín, pero sobre todo Francisco de Goya.

En 1741 fue nombrado por el rey Felipe V, pintor supernumerario de la Real Casa y en Madrid tuvo oportunidad de entrar en contacto con los pintores y artistas de la corte y, sobre todo, estudiar las valiosísimas colecciones reales.

El estudio de las ricas colecciones de palacio le permitió refinar considerablemente su estilo; próximo al tenebrismo en sus obras tempranas, adquirió luego el gusto por la coloración cálida, dominando el amarillo, ocre y rojo su paleta, y aligeró la carga de las pinceladas.

Entre sus obras iniciales, destacan los lienzos del museo catedralicio de Huesca: Retratos de Galileo y Copérnico.

La obra de Luzán fue profusa en Zaragoza, pintando cuadros para La Seo, Santa Engracia, San Miguel, además de las iglesias de Calatorao y el convento de capuchinos de Calatayud.

La década de 1760-1770 representa una consolidación de su estilo con obras de gran formato y especial calidad, según los cuadros de la catedral de Huesca o de las Escuelas Pías de Zaragoza, atribuidos inicialmente a los Bayeu.

De su etapa final destacan las pinturas que hizo para la iglesia de la Santa Cruz de Zaragoza y los cuadros de la ermita de Nuestra Señora de la Oliva, en Ejea de los Caballeros.

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